lunes, 24 de diciembre de 2007



Y en Remolinos… la sal.

Otra mirada a la ribera

Hace cientos de  millones de años, nuestra comarca estaba totalmente cubierta de agua salada. De esta agua proviene toda la vida, convertida en sal, que se extrae de las minas de Remolinos, solo esta sal de los mares primigenios contiene todos sus minerales y oligoelementos esenciales, exentos de contaminación alguna. Un combustible vital, para que el cuerpo pueda asimilar y procesar todo el magnesio, calcio, sodio y cloruro necesario. Así, nuestras células pueden dividir los nutrientes transformándolos en energía. La sal es el tesoro más antiguo de nuestra comarca puesto que se ha ido formando a lo largo de cientos de millones de años.

De las muchas utilidades de la sal ya habla un tratado chino de farmacología fechado en 2700 A.C. Los primeros pobladores eran grandes expertos y  conocedores de las utilidades de la sal como complemento alimentario,  y como conservante del pescado, la carne etc. 

En la antigüedad, la sal, junto al pan, era ofrecida a los huéspedes como símbolo de hospitalidad. El salero, para los romanos, era un pieza muy apreciada por su valor y simbolismo, por esta razón, se heredaba de padres a hijos. 

La sal que se extrae de las minas de El Castellar en Remolinos, se utiliza en la fabricación de piensos para el ganado. En la estación invernal, la sal de Remolinos está presente en la mayoría de las carreteras nacionales y europeas, por su gran utilidad para el deshielo. De las salinas, una vez finalizado el proceso de cristalización, se obtiene una  sal blanca, de excelente calidad para el consumo alimentario. También se emplea en el curtido de pieles. La “salmuera” obtenida de estas salinas, que contiene mas de 300gr. de sal por cada litro de agua, es una solución limpia y eficaz para el tratamiento de aguas. 

Las salinas que vemos en la fotografía están al pie del monte El Castellar en Remolinos, donde se encuentran las diferentes minas de sal.

 

J. Ignacio Iguarbe

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viernes, 14 de diciembre de 2007




Energía Eólica

 

Pedrola:  una mirada a la Ribera


El Moncayo, con las primeras nieves de este otoño, sirve como telón de fondo a nuestra imagen. La fotografía ha sido  captada en el monte de Pedrola, concretamente, en la Dehesa de la Duquesa, donde ha sido instalado un gran parque eólico dentro de los términos de “Atalaya”, “El Bayo”, “Los Monteros” y “El Águila”, el punto más alto de Pedrola con 419 m. Este parque eólico cuenta, actualmente, con más de 150 aerogeneradores. 

Imagínense a “Don Quijote” y a su escudero “Sancho” recorriendo los montes de Pedrola, y viendo estos molinos, de 60 a 80 metros de altura y más de 30 de diámetro en el recorrido de sus aspas, ¿acometería contra ellos creyendo que eran gigantes?, seguramente lo pensaría mejor.

 La disposición  geográfica de nuestra comarca es idónea. Los vientos de Aragón se canalizan en el Valle del Ebro, entre el Pirineo y la Ibérica. Los más frecuentes son “El Cierzo” y “El Bochorno”, habituales en cualquier momento del año. En el invierno y la primavera es cuando sus ráfagas pueden alcanzar los 100 km. a la hora. Por esta  razón, en la  fotografía, podemos admirar el Moncayo con tanta claridad.

 

La fuerza producida por el viento es una de las primeras fuentes de energía renovable utilizadas por el hombre. A lo largo de la historia de la humanidad, el viento ha movido embarcaciones, molinos de agua, de bombeo o de molienda. 

Las ventajas de la energía eólica son principalmente medioambientales, al contrario de las centrales eléctricas a carbón o combustibles fósiles, no producen humo. La energía eléctrica producida por el viento es muy competitiva con otras formas de producir  electricidad, nuclear o hidroeléctrica.

Hoy día, se sigue investigando el máximo aprovechamiento del viento para la producción eléctrica.

 Publicado en La Crónica de la Ribera Alta del Ebro  Noviembre de 2007

J. IGNACIO IGUARBE, Fotógrafo

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IGUARBE: UNA MIRARA A LA RIBERA

 

LA AZUCARERA DE ALAGÓN Y SUS CIGÜEÑAS

 

 

Y

a llega el otoño, y sin darnos apenas cuenta vemos como nuestro entorno va cambiando y nuestro paisaje cotidiano es distinto. Una parte de nuestro panorama diario lo componen las cigüeñas que, haciendo mutis, se han ido sigilosas, como cuando llegaron. De estas aves se ha escrito mucho desde la antigüedad, Platón las citaba como “Ave que encarna la virtuosidad”, mientras Aristóteles refería como los “cigoñinos alimentan a sus padres en la vejez”. A las cigüeñas se les atribuye sobre todo su castidad, ya que cumplen con absoluto rigor su contrato matrimonial, Eliano, para ilustrar esta virtud, cita la leyenda de la bella Alcinde, que engañaba a su marido con uno de sus criados, descubiertos los amantes por una cigüeña, ésta vengó al marido picando en los ojos del criado.

 

Alagón y toda la Ribera Alta del Ebro ha visto muy incrementada la población de cigüeñas, esta zona rural cumple todos los requisititos para que estas aves encuentren un hábitat idóneo: Campo abierto, humedales que les ofrece principalmente el río Ebro, la agricultura y la propia población les proporciona el alimento necesario (peces, moluscos, ratones, basura, etc.).

 

Como podemos observar en la fotografía anidan en lugares altos, sólidos y caprichosos, tradicionalmente en la torre de la Iglesia, eso era cuando convivían con nosotros una o dos parejas. Hoy en día, las buenas condiciones climatológicas y alimentarías han contribuido a incrementar la colonia de cigüeñas, no es extraño ver como esta aves anidan en torres eléctricas, tejados o cualquier lugar más o menos alto.

 

 Cada nido suele pesar entre los 300 y 600 kg., eso sí, lo comparten con gorriones, estorninos y cernícalos. Las cigüeñas abandonan el nido a la entrada del otoño  para volver en febrero, aproximadamente, después de haber pasado el invierno en el norte de África y recorrido algunos miles de kilómetros. El macho, a su regreso, es quien se hace cargo del mismo nido que abandonaron cuando iniciaron su migración, para después, hacerlo la hembra y empezar un nuevo periodo de cría.

 

Las cigüeñas suelen alcanzar un peso de  4,5 kg., y una altura de 1,5 metro, tienen una vida media de 20 años. Les gusta anidar cerca de zonas pobladas porque se sienten protegidas por sus vecinos de posibles depredadores, aunque no siempre resulta ser así. Su evolución va ligada, como ya hemos dicho, a la disponibilidad de recursos alimenticios y de cría.

 

Este  año nos han abandonado ya un buen número de cigüeñas, el invierno se acerca, será frió?.  Las cigüeñas que son frioleras han decido pasar esta estación del año en zonas más… cálidas.

Publicado en La Crónica de la Ribera Alta del Ebro.  (Octubre de  2007)

J. IGNACIO IGUARBE – FOTÓGRAFO

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