IGUARBE: UNA MIRARA A LA RIBERA
LA AZUCARERA DE ALAGÓN Y SUS CIGÜEÑAS
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a llega el otoño, y sin darnos apenas cuenta vemos como nuestro entorno va cambiando y nuestro paisaje cotidiano es distinto. Una parte de nuestro panorama diario lo componen las cigüeñas que, haciendo mutis, se han ido sigilosas, como cuando llegaron. De estas aves se ha escrito mucho desde la antigüedad, Platón las citaba como “Ave que encarna la virtuosidad”, mientras Aristóteles refería como los “cigoñinos alimentan a sus padres en la vejez”. A las cigüeñas se les atribuye sobre todo su castidad, ya que cumplen con absoluto rigor su contrato matrimonial, Eliano, para ilustrar esta virtud, cita la leyenda de la bella Alcinde, que engañaba a su marido con uno de sus criados, descubiertos los amantes por una cigüeña, ésta vengó al marido picando en los ojos del criado.
Alagón y toda la Ribera Alta del Ebro ha visto muy incrementada la población de cigüeñas, esta zona rural cumple todos los requisititos para que estas aves encuentren un hábitat idóneo: Campo abierto, humedales que les ofrece principalmente el río Ebro, la agricultura y la propia población les proporciona el alimento necesario (peces, moluscos, ratones, basura, etc.).
Como podemos observar en la fotografía anidan en lugares altos, sólidos y caprichosos, tradicionalmente en la torre de la Iglesia, eso era cuando convivían con nosotros una o dos parejas. Hoy en día, las buenas condiciones climatológicas y alimentarías han contribuido a incrementar la colonia de cigüeñas, no es extraño ver como esta aves anidan en torres eléctricas, tejados o cualquier lugar más o menos alto.
Cada nido suele pesar entre los 300 y 600 kg., eso sí, lo comparten con gorriones, estorninos y cernícalos. Las cigüeñas abandonan el nido a la entrada del otoño para volver en febrero, aproximadamente, después de haber pasado el invierno en el norte de África y recorrido algunos miles de kilómetros. El macho, a su regreso, es quien se hace cargo del mismo nido que abandonaron cuando iniciaron su migración, para después, hacerlo la hembra y empezar un nuevo periodo de cría.
Las cigüeñas suelen alcanzar un peso de 4,5 kg., y una altura de 1,5 metro, tienen una vida media de 20 años. Les gusta anidar cerca de zonas pobladas porque se sienten protegidas por sus vecinos de posibles depredadores, aunque no siempre resulta ser así. Su evolución va ligada, como ya hemos dicho, a la disponibilidad de recursos alimenticios y de cría.
Este año nos han abandonado ya un buen número de cigüeñas, el invierno se acerca, será frió?. Las cigüeñas que son frioleras han decido pasar esta estación del año en zonas más… cálidas.
Publicado en La Crónica de la Ribera Alta del Ebro. (Octubre de 2007)
J. IGNACIO IGUARBE – FOTÓGRAFO
www.iguarbe.es
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