Gallur: Una mirada nostálgica a la comarca
La fotografía que nos ocupa en esta ocasión, corresponde a las pilastras y restos del puente, de 203 metros de largo, que se construyó sobre el río Ebro, entre 1912 y 1915, para dar paso a la nueva línea del tren Gallur-Sádaba. Un nexo de unión de las Cinco villas y la Ribera Alta del Ebro, con la línea de Ferrocarril del Norte. La ejecución de este proyecto fue concedida a Manuel Escoriaza y los ingenieros del mismo fueron Sanz y Arellano.
El ferrocarril que realizaba el trayecto Gallur-Sádaba hizo que durante mucho tiempo este tren, de vía estrecha, fuese el principal medio de transporte de la zona, hasta 1970 que fue clausurado. Este medio de comunicación satisfacía suficientemente las necesidades, tanto en la traslación de personas, como en la expansión económica que suponía poder transportar todo tipo mercancías. Hasta entonces, el transporte se realizaba por caminos en no muy buen estado resultando largo y penoso. En 1870, se inauguró la carretera entre Gallur y Sangüesa, la única en condiciones mínimas para poder circular, en Gallur había que cruzar el Ebro en barca, hasta 1904 que se abrió el Puente de Hierro.
El tren de aquella época fue un gran acontecimiento, permitió algo que hasta entonces no resultaba tan simple, viajar a Zaragoza, eso si, haciendo trasbordo en Gallur. Esta estación era la más importante de la línea por ser el empalme con la línea del Norte. Disponía de talleres, depósito, muelles, zona de trasbordo, cocherones, almacenes, placa giratoria, aguada y una grúa de 3 metros.
La falta de oído a las continuas peticiones de ensanche de vía, que sin duda hubiera mejorado mucho el servicio, evitando trasbordos, agilizando todo tipo de servicios, y la constante mejora de carreteras, hicieron enfermar gravemente al tren Gallur-Sádaba. Reacciones populares e incluso institucionales clamaban por su tren, pero irremediablemente, después de un servicio de 55 años, el tren, que cumplió ampliamente todas las ilusiones y expectativas de prosperidad, quedó relegado a la memoria, casi al olvido, diría yo.
J. Ignacio Iguarbe.
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